Estas terapias, complementarias en occidente, milenarias y tradicionales en el mundo oriental, además de no poseer contraindicaciones, trabajan cuestiones relacionadas no sólo con el ámbito corporal sino con los aspectos emocionales de las personas: ninguna de estas particiones es excluyente, ambas recorren juntas, amalgamadas, la misma senda. Si alguna de las dos padece una complicación, la otra también lo hará.
En el caso de la futura mamá, los trabajos que se realizan desde la perspectiva afectiva tienden a producir una benefactora relajación, que reduce el estrés propio del estado en el que se encuentra. Se le brinda contención emocional para que afronte segura de sí misma el trabajo de parto, y se la ayuda a vincularse íntimamente con sus sentimientos y con los de su hijo. Hay emocionantes testimonios de mamás que afirmaron haber oído los latidos de su bebé durante una sesión terapéutica.
Las terapias complementarias producen además una clara mejora de la calidad de vida física durante el período de gestación y pos parto. En ese sentido la acción terapéutica trabaja sobre tres ejes fundamentales, todos ellos interrelacionados: el control del peso físico, la moderación de la postura corporal y la flexibilidad de las articulaciones. En un cuerpo que está cambiando es importante mantener un peso adecuado, y controlar las posturas para evitar secuelas. A estos beneficios se les suman las sesiones de trabajo pos parto, cuyo objetivo es restablecer interna y externamente el vínculo entre la iniciada madre y su cuerpo.
Vistas desde una perspectiva amplia, estas terapias cambian positivamente el estado de ánimo de las personas. La relajación física y mental ayuda a conciliar el sueño. Se logra disminuir la presión arterial y la tensión cerebral, lo cual se traduce en un estado personal que permite recontextualizar la realidad a partir de virtudes como la paciencia, la serenidad, el disfrute y, sobre todo, ayuda a posicionarse ante ella con alta confianza en las propias aptitudes.
En definitiva, estas prácticas se caracterizan particularmente por sus funciones no sólo paliativas sino preventivas. La enfermedad física es la última expresión de algo que ocurre en el ámbito mental. Puede devenir de viejas tristezas, de hechos del pasado que no se hayan superado, del cansancio mismo de la rutina laboral, o del aburrimiento ante la falta de proyectos. Son innumerables las causas que acarrean posteriores enfermedades físicas, pero hoy pueden llegar a ser tratadas preventiva y eficazmente por las terapias complementarias.
Angélica Ilvento es de profesión farmacéutica (UBA) con un posgrado en Medicina Ayurveda (Conicet)